Descripción del trabajo

Dos vacíos son localizados dentro del tejido urbano del casco antiguo, dos jardines tapiados en estado de abandono que permiten plantear dos situaciones diferenciadas para el traductor: la de trabajar y la de vivir. Una cabecera y un final que quedan distanciadas en altura, pero enlazadas por un callejón.

La plaza de san justo constituye un vestíbulo para la escuela, el arbolado anuncia su acceso y se introduce dando continuidad. Su suelo rugoso se extiende y salva una diferencia de altura a través del aterrazamiento, como si fueran pequeños remansos en un recorrido. Un recorrido que mira a la escuela y continua la tapia por una escalera hasta alcanzar el callejón, quedando así, oculta la escuela. El callejón da forma al tiempo necesario de acomodación entre las dos situaciones

El acceso a la vivienda se produce por la parte alta, a través de una plataforma existente en el jardín que la precede. La tapia se regruesa y acoge una escalera que, de manera gradual y alternando peldaños y rellanos, alcanza el jardín de la vivienda.  Un jardín que se atraviesa para desembocar de nuevo al espacio público y en donde dos muros girados, actúan como dos puertas entre abiertas pero estáticas, para ocultar la vivienda de miradas directas.

Queda reflejada una idea como lugar de paso, algo que la propia escuela nunca deja de ser. Una actuación que se abre y se integra en la ciudad sabiendo que, muchas veces el aprendizaje supera los límites físicos de la escuela. Así pues, la verdadera escuela surge de la reunión y el contacto, y estos jardines se recuperan y se incorporan a la escuela como parte del recorrido que supone el aprendizaje.

En el primero de ellos, una cubierta de hormigón gruesa se gira y apoya sus vértices en la tapia, quedando proyectada una sombra regular dentro de un jardín irregular y dando lugar, una habitación al aire libre dentro de la escuela. La tapia cobija tres salas y una cafetería que sirven a este espacio central y se abren al jardín de forma flexible y que dejan un lugar intermedio que vuelca la mirada entre jardín y cubierta. La altura, el sobredimensionado y el duplicado de los elementos, entre la vegetación que crece y se extiende, cogen presencia y se reúnen en una misma unidad arquitectónica.

En la vivienda una caja de habitaciones elevada quiere ser ligera con su entramado de madera en contraste a la cubierta de la escuela. Esta pieza deja libre la planta baja como espacio común, su cubierta se convierte en un espacio polivalente, en un mirador protegido por una pérgola y los espacios servidores son acogidos por la tapia que se regruesa de nuevo. Nos encontramos con una caja que descansa sobre la tapia y un gran pórtico de hormigón, un umbral interior-exterior con cerramientos flexibles que extiende la planta baja al exterior.

Se aprovechan las tierras sobrantes del aterrazamiento para nivelar el suelo de la escuela. Las tapias se rehacen utilizando sus piedras originales, que son encofradas diferenciando densidades por tongadas en función de las necesidades estructurales.  Una técnica mixta entre el tapial y el muro ciclópeo: se encofra y se repica para dejar parte de las piedras vistas. La cubierta, una losa maciza atada por cuatro vigas de canto, libera sus vértices y deja caer el agua, de las lluvias acumulada, de forma controlada. Un suelo permeable filtra el agua y se recoge para el mantenimiento de los jardines, jardines con especies vegetales que se adaptan a las condiciones del entorno.

Tanto en la escuela como en la vivienda se dejan a la vista las soluciones estructurales, siempre sencillas y tradicionales, también el mortero de cemento de un suelo radiante/ refrescante (de forma pulida). En la vivienda, la caja elevada de secciones repetidas y luces cortas, acoge la carpintería en su cara interior y el pórtico libera al cerramiento de su función más estructural, manifestando así en fachada, diferentes ritmos dentro de un mismo orden (tres ritmos en altura) que reflejan las funciones que acoge el interior y que solo es alterable por los textiles de protección.

En definitiva, entre dos jardines y un callejón; la cubierta y la caja elevada, definen un ambiente para el traductor, una escuela abierta ENTRE TAPIAS.